Pisoneé: una fundación nacida del crowfunding
Para este domingo, tómate un tiempo y conoce a Marigel Alonso Zurita y su gesta. El alma máter, fundadora y guerrera de la Fundación Pisoneé que desafía lo que creemos que necesitamos para actuar.
Lectura de domingo. Dale 5 minutos
Esta es una fundación atípica, y con esto quiero decir extraordinaria. Una fundación sin ánimo de lucro, pero con mucha voluntad hacia su causa. Organización sin ánimo de lucro y no gubernamental, que no recibe de los gobiernos de turno en México ni un centavo.
Esto que cuento lo expuso su fundadora y gestora en un evento realizado en Gijón, en escasos 5 minutos. Dejándonos con la boca abierta cuando contó que todo, absolutamente todo, se financia con capitales privados compuestos por donaciones y crowfunding.
Hablé con ella porque no se me podía escapar una perlita así.
“la prioridad son los niños que necesitan el apoyo, no el burócrata que quiere poner un sello”
Has contado que la tuya es una fundación no reconocida como tal.
Sí, cuando iniciamos fue muy espontáneo todo, y teníamos sólo 2 niños, en plena pandemia. Daba clases y apoyo online hasta de fisioterapia para casos de parálisis cerebral. Cuando empezaron a llegar más niños fue cuando intenté presentar todo el papeleo. Fue un gasto importante de dinero, papeles, documentos, tasas y tiempo. Para que no me reconocieran. Así que pensé ¿Para qué necesito en realidad esto? Aunque lo necesito para que empresas grandes puedan realizar donaciones legales, no lo necesito para realizar crowfunding, así que decidí que eso no podía ser un obstáculo. Como al tenerte registrado también pueden fregarte, mejor hacerlo todo privado, porque la prioridad son los niños que necesitan el apoyo, no el burócrata que quiere poner un sello.
Es una especie de modelo económico surgido del caos.
Claro. Tengo ahora 60 niños, que son 60 familias, y todos becados. De ellos hay 15 que no pagan nada. Y todos los fondos se recaudan para su tratamiento, que cuesta 3€ la hora. Tenemos todo un equipo alrededor de cada niño y cada maestra en su especialidad cobra el 60% de lo que paga cada niño. Incluso podríamos decir que estamos en la cantidad de niños justa, porque la metodología se enfoca en una atención 1 a 1. Es 1 niño, 1 hora, con 1 maestra.
¿Empezaste en línea?
Al principio fue en línea, con clases por zoom que debían hacerse de una manera muy específica, adaptada y enfocada en el niño. Como las respuestas son diferentes, el seguimiento tuvo que ser también muy personalizado.
Ahora tenemos 60 niños, que son 60 programas y 60 evaluaciones. En niños con diagnósticos que van desde diferentes niveles de autismo hasta parálisis cerebral.
¿El método es tan personalizado?
Es que no hay otra manera. Sé que las profesoras proponen meter más niños en 1 hora, porque es lógico: cuantos más niños tengas, más ganas. Pero el objetivo no es hacer dinero, sino ayudar a esos niños a adaptarse a un sistema educativo. Así que tenemos de 9 a 13 las clases cuya finalidad es preparar a los niños, para que sean capaces de integrarse al sistema educativo que les pedirá horarios, rutinas, comprender directivas, adaptarse socialmente y muchas otras tareas que pueden ser un desafío para ellos.
¿Cómo llega el niño a Pisoneé?
Llegan con y sin diagnóstico, con y sin escolarizar. Solemos tener unos días para conocer al niño, a veces pedimos a los padres que pidan una evaluación y tengan un diagnóstico más preciso. Algunos niños sufren crisis convulsivas o problemas neurológicos graves que no podemos atender y en ese caso la charla con los padres es para que comprendan el cuadro y busquen una ayuda más enfocada a la necesidad del niño. Por lo general, una vez que conocemos al niño tenemos un tiempo para conseguir que nos acepte y se adapte a nuestro entorno.
¿Cuánto es ese tiempo?
El primer tramo son unos 15 a 20 días. En ese tiempo el niño entra en confianza con su maestra, sigue las rutinas y ya puede realizar tareas simples. Como digo, pasa “de Mogly a Tarzán”. Y es un efecto increíble el que tiene esa transformación en los padres, que llegan con sus temores. Si el niño no está escolarizado, les pido que no lo hagan hasta no tener ese tiempo con él, hasta no pasar el tiempo de inclusión.
¿Por qué?
Porque en las escuelas en México, si son escuelas públicas los aceptan a regañadientes y apenas los ponen con unos colores a pintar una pared todo el día. La escuela pública apesta. Y en las escuelas privadas el niño es un negocio, los aceptan y les dan libros, materiales y tareas cuando el niño apenas puede sostener un lápiz. Eso es mucho peor si el niño no está diagnosticado, porque a veces todo lo que tiene es inmadurez visual (algo que me pasó con mi hija), y la actitud es enviar al niño al evaluador, sacárselo de encima. Vete y vuelve con un diagnóstico, que le ponga nombre.
El programa educativo tiene algo que ver?
La educación no puede ser sólo una tradición. Comprendemos que existe un programa, un tiempo para hacerlo comprensible a los niños y unos objetivos. Pero el mundo afuera no es tan inflexible, es un mundo donde tienes que adaptarte y donde encontrarás todo tipo de desafíos. Un niño con necesidades especiales es una gran prueba para que un grupo tenga una muestra de todo eso que sucede fuera.
¿Cómo llegan los padres?
Llegan con culpa. A veces ya han pasado por escuelas y los han rechazado. No saben pedir un lugar porque creen que les están haciendo un favor al aceptar a su hijo. Yo los asesoro y les digo “tienes que exigir, si aceptaron tu dinero (en el caso de una escuela privada), tienen que capacitarse y tienen que poner un acompañante a tu hijo”
También me pongo del lado del docente y pido una reunión con la docente del niño al que estoy apoyando. Para hacerle saber que el niño está trabajando, que no está solo, que lo estamos evaluando. Le muestro a la maestra la manera en que el niño es evaluado en sus avances.
En venta eso se llama “elimina los puntos de fricción”
¡Exacto! Conocemos los temores de una maestra que recibe a un niño, por ejemplo, con síndrome del espectro autista. Y mi trabajo es trabajar junto a ella para que comprenda mejor a ese niño y deje de tener miedo a hacerlo mal. Por esto que te cuento, insisto, la intervención no puede ser grupal. Es muy individual. Hasta les doy mi whatsapp a las maestras para que ante cualquier inconveniente me puedan contactar.
Es un trabajo monumental.
Lo es. Sobre todo porque cada mes tengo que contactar con un montón de gente que colabora. Hasta mi padre lo ha hecho ya varias veces y tiene un niño bajo su protección. Utilicé el crowfunding y levanto el teléfono muchas veces al día. Ahora por suerte tengo a la directora de terapia física que es mi mano derecha y me ayuda con la administración de los tiempos. Porque soy exigente y estructurada, pido objetivos, me reúno con las maestras y quiero ver los avances. También me reúno mucho con los padres.
Y como tengo una educación católica, cada mañana antes de empezar el día rezo. Entre otras cosas, pido que quien me necesite venga a mí. Y ya encontraré la manera de ayudar. Después de ese momento, de mi meditación diaria, activo mi teléfono y empiezan los mensajes. Lo mismo cuando salgo a buscar los fondos.
¿Hay un cambio también en los padres?
Los padres son los que más resisten y los que más se transforman. Al sentirse cobijados y entendidos, se empoderan. Las madres en especial, que con un niño que las necesita tanto, no tienen horarios, no tienen rutinas y sobre todo: no tienen límites. Eso afecta mucho al estado de ánimo de toda la familia, en especial cuando hay otros niños. Las madres llegan hablándonos de crisis conductuales de su hijo… y lo que tiene el niño es una simple rabieta. Una crisis conductual tiene la característica de que no puedes dominar el cuerpo, no te obedece. Estos niños, son niños, y no sólo tienen rabietas sino que también tienen la capacidad de controlar esas rabietas. Entienden, porque no llegan a lastimarse, que es el temor de padres y maestros.
En Pisoneé se controlan, obedecen y comprenden bien las reglas. Pero vuelven al hogar, donde les justifican cualquier mal comportamiento. Es allí cuando hablo, en especial con las madres, y les digo que tienen que ir al psicólogo. Eso es dar estructura también a los padres.
¿Cambian las dinámicas familiares?
Las familias llegan en un estado de desgaste y cansancio. Más el sentimiento de culpa por pedir un lugarcito en las instituciones. Así que cuando el niño es recibido se experimenta una liberación de los integrantes familiares. En especial las madres, que suelen llegar muy cansadas y quieren quedarse durante esas horas porque no pueden soltar al niño. Yo les digo “Tienes 2 horas para ti, vete a tomar un café, consiéntete, apapáchate”. Poco a poco irán liberándose del “pobrecito mi hijo”, porque ven que el niño puede. Se le dice “tienes que moverte, puedes hacerlo” (y nada de pobrecito) el niño responde con mucha energía porque está necesitando eso.
Suena muy anti New Age
Uy! Las madres New Age o, como ahora las bautizaron, las madres helicóptero, no terminan de encajar su papel de figura de autoridad para el niño. Confunden autoritarismo con autoridad y todo lo que se les escucha es “no le exijas, pobrecito”. Pero todos los niños están en un mundo que no comprenden bien, buscan respuestas, necesitan estructura ¿Cómo van a saber que el fuego quema una vez que se quemaron el 30% del cuerpo? No, debes ser quien le advierte que el fuego NO se toca. Pero claro, la autoridad suele comenzar con uno mismo, con perseverancia, paciencia y constancia. Esto ya está siendo difícil en un niño sano, así que ponerlo en práctica con un niño especial puede generar muchos conflictos en la madre, porque surgen problemas, hay que adaptarse, hay cambios constantes en la vida de toda la familia y hay que aceptar el orden que va surgiendo de lo que, a priori, puede ser caótico.
¿Ves diferencias en el papel que tienen el padre y la madre de un niño especial?
Por regla general los padres están de acuerdo en traer al niño a Pisoneé, pero es la madre quien toma la decisión, quien llama, quien se acerca por primera vez.
La mamá quiere que su hijo sea feliz y tenga amistades. El padre quiere que sea independiente.
El padre está presente y apoya, pero es quien sale a trabajar para conseguir solventar todos los gastos en la educación de ese hijo. La mamá quiere que su hijo sea feliz y tenga amistades. El padre quiere que sea independiente. Pero ambos quieren sentir que, cuando ellos no estén, ese niño podrá vivir sin ellos.
Hay padres que llegan sin asimilar el diagnóstico. En el buen y en el mal sentido. Algunos tienen demasiadas expectativas y otros muy pocas. Para ambas actitudes hay un trabajo que realizar. Casi que también reciben un apoyo personalizado y al final es toda la familia la que sale adelante.
Si has leído bien que Marigé levanta cada día el teléfono para hacer una venta, para conseguir los fondos para preparar a un niño, lo has comprendido todo. Además de una mujer que cree en lo que hace, es una vendedora. Una promotora. Una máquina de la persuasión que no ha hecho un curso sobre ventas, porque debería darlo ella.
Para conocer más acerca de su trabajo y de la Fundación Pisoneé, puedes ver su perfil en Instagram y su perfil en Facebook
Ahora quiero otra entrevista: contando bien el sistema del crowfunding en detalle!