Las grietas de la fotografía del Paraíso
La lección oculta sobre la élite en Netflix. Antes de leer, tómate un helado púrpura del té de moda. Es tarde para borrar tu huella de carbono, pero hay versiones de Peter Pan que intentan atraparla.
1 minuto, tíaaaa… ej que…
Para pasar el calor, televisión. Netflix, como muestra sociológica que ayuda a la tensión baja en el bochorno, siempre ayuda.
En la mira tenía First Class, que se auto promocionaba como la vida fiestera de un grupo de jóvenes de la élite catalana.
Mal, para empezar. En una misma oración incluir “jóvenes” y “élite”. Jóvenes y privilegios, acepto. De hecho, para un niño en Nigeria todo lo que sabe del Primer Mundo es que sólo hay privilegios (desde su cristal).
Al primer visionado lo que veo no es una élite. O sí, pero una élite de pringados. Unos mindunguis que no los conocería nadie de no ser porque se prestan para el circo. Pero no les veo algo esencial de una élite: poder. No deciden más que lo que van a vestir, que además les es impuesto por un entorno que les dicta reglas, pero no dictan ninguna.
Si algo tiene pertenecer a una élite de la sociedad (política, deportiva, artística, económica, militar), es que estás en el grupo que tiene el poder, toma las decisiones, corta la pana, da el golpe de mesa. Si me atengo a mi primera afirmación de que pueden ser de un grupo de élite de pringados, entonces puede que en su medio, encerrado en su pringadez, tengan algo de influencia.
¿Cuál es el problema de fondo? Hay uno.
Uno malicioso.
Y es hacerte creer que las élites, los “ricos”, son unos pringados, buenos para nada, ridículos que no saben dónde están parados.
No, mi vida. La élite de verdad, de donde sea que provenga, está ocupada en su medio. Se relaciona con otras élites, hacen alianzas, se mantienen al margen del show (bueno, con excepción de Elon Musk).
Como le escuché a Monge Malo en una entrevista: “Hay gente muy interesante y maja que tiene el dinero, ojo con tus prejuicios populistas”. La teoría de las élites, de Charles Wright Mills, lo dejó en evidencia. Es un clásico que recomiendo repasar: aquí una reseña y resumen (con enlace para descargar, ya lo revisé y está libre de virus)
Puedes darle un vistazo al reality, si quieres sentir vergüenza ajena y creer que Amancio Ortega habla así. Ya me contarás.
Tómate 20 segundos y un té
En realidad es una infusión. Como tantas otras que venimos descubriendo, tiene antioxidantes y cositas que prometen. Pero lo más importante y comprobado es que disminuye el estrés. El té azul, proveniente de las flores en forma de mariposa de un guisante chino, es tendencia en las búsquedas.
¿Es azul? Sí. Y más: si le agregas unas gotas de limón se pasa al púrpura.
Así que los fanáticos de la limonada batida (que es limonada con nata, crema o leche condensada) lo agregan y tenemos un BOOM en tendencias en Tik Tok.
Adiós al tila, la manzanilla y la lavanda. Quien agregue el té de guisante mariposa (lo juro, así se encuentra) a sus ofertas tomará la delantera.
Si es negocio, tiene 1 minuto
Esto no le gusta a la nube: por fin alguien calculó las emisiones de carbono provenientes de la tecnología y la industria online. En un paper de acceso libre dan cuenta que esto de tener un negocio online no es tan verde. Y de hecho suma entre un 2% y un 4% de las emisiones totales. Más que las emisiones de la aviación (y Greta viajando en velero…)
Se contabilizó desde la extracción de minerales y tierras raras a la fabricación de ordenadores, teléfonos, servidores. Incluso hasta el sistema de enfriamiento de los servidores.
Entre nos: la producción de energía acapara el 70% de las emisiones totales. Así que ese 4% parece imperceptible. Todo hay que decirlo.
Hasta fabricar un panel solar emite carbono.
Pasemos al plan B. Ergo, la tecnología al rescate: 4 empresas se tomaron muy en serio un tweet de Elon Musk del año pasado en el que prometía 100 millones de dólares a la empresa que consiga desarrollar un sistema de captación de dióxido de carbono eficiente.
Algo que ya estaba planteando alguna que otra Universidad en Japón, gracias al avance tecnológico que hace posible materializar la solución.
Si todo eso falla, aún nos quedará el árbol que puede ganarle al desierto, al calor y al hambre. Creo. Se llama Pongamia y le están poniendo toda la inversión.
Ahora:
Me parece muy polarizada la opinión sobre el lujo. Todos tenemos percepciones diferentes. Casi como las huellas dactilares.
Si no has dejado tu opinión, aún puedes determinar el resultado final.
Déjame un comentario para meternos en el fango. Apostemos.